martes, 30 de septiembre de 2014


Día 11 de Camino 21/05/14

De Villafranca del Bierzo a Triacastela 56,78 kms

La salida de Villafranca era un cambio radical a lo que hasta entonces había sido el camino. Empezaba la zona húmeda, verde y lluviosa de Galicia. ¡¡no va a estar verde¡¡
Una fina lluvia me ponía en "situación" nada más salir del albergue y me acompañaría casi todo el día, y una vez pasado O Cebreiro vendría acompañada de mucho viento que frenaba muchísimo el avance.









Vistas desde la habitación del albergue Municipal


Pinta de pitufo ó teletubi preparado para la lluvía que empezaba.

Vaya lote de chubasquero que me dí este día. Estaba super empachado y limitado de movimientos. Cada vez que paraba un poquito de llover el capote iba detrás de la bici del tirón.
Los cubre zapatillas, si cabe, eran todavía peor. al final no los tiré pensando en lo que costaban.....

Daño me hicieron mucho en la parte trasera de los tobillos con las cremalleras.



















En la puerta de un bar donde paré a tomar café. Ya quedaba menos.....














Imagen super curiosa en la montaña gallega. Una imagen de la Virgen del Rocío hecha por un herrero de Lepe, ni más ni menos. ¡¡Que pequeño es el mundo¡¡¡¡




El verdor era espectacular por todas partes en la tierra de la lluvia y cubría el camino completamente como si fuera un tunel verde.







Al respaldo de la lluvia un rato. Llegando aquí saludé y dí animos a un grupo de peregrinos a pié. Uno de ellos quiso darme a entender que lo mío (por la bici) era más suave. No he hecho, aún, el camino andando pero no lo creo en absoluto. Yo hacía diario el equivalente a dos ó tres etapas de un caminante y, cuando se trata de puertos y cuestas complicadas por caminos impenetrables, es mucho peor ir con bici que andando.




La subida  a O Cebreiro me llevó varias horas con una lluvia intermitente que me hacía cambiar a cada momento el chubasquero y, no fué hasta pasada La Laguna cuando tuve que echar pié a tierra por primera vez. Creo que la cuestecita lo merecía y estaba reventado.

 La subida O Cebreiro, se inicia después de Las Herrerías. Al principio parece que no hay mucha pendiente y que se llega bien al cruce de La Faba. Es allí donde  empiezan los 8 kilómetros de rampas duras.

En el ultimo tramo de subida, el agua pasó casi a ser nieve que me tapaba la oreja izquierda y me hacía tiritar de frio. No veía la hora y era casi una obsesión el llegar arriba y refugiarme en algún sitio calentito.




Llegada a O Cebreiro



 


 Aquí hice la parada en Ocebreiro yá que era el único sitio techado que había. Era una especie de lavadero-bebedero de animales y aproveché para quitarme corriendo la ropa mojada ante el asombro de los que pasaban pues me quedé sólo con el culotte con el frio que hacía y ponerme lo primero que encontré seco en las alforjas, un polar y un cortavientos encima.






Circular por O Cebreiro era un poquito complicado por estar toda la piedra mojada, con el riesgo de resbalar e irte al suelo enseguida.


Contrucciones típicas de O Cebreriro.








Iglesia de Santa Maria de O Cebreiro.





Aquí hay un caliz que dicen que es el que figura en la bandera de Galicia.















 Palloza típica al fondo.




Iglesia de Santa María de O Cebreiro











Una cosa que me disgustó sobremanera, fué ver llegar, entre la lluvia, furgonetas cargadas de mochilas y bicis. Así hace el Camino cualquiera. Para mí éso no es hacer el Camino y el que lo diga, se engaña sólo.

En la etapa de hoy ví mucho trasiego de taxis monovolumen para delante y para detrás. Comprendo que es la forma de vida de mucha gente en el Camino. Pasaban cerca despacio por si "requerías" de sus servicios. Conmigo lo tenían crudo.

Se pueden hacer mil, quinientos, 100, los que sean pero nó en plan señorito y que te vayan quitando trabajo en todas las cuestas para, despues reanudarlo a la entrada de Santiago para hacerte la foto en la Plaza del Obradoiro. Hipocresía barata. Para estar cómodo y relajado hay otros "destinos turísticos"..........





En éste bar con chimenea me refugié a quitarme el frio enorme que tenía, aún despues de haberme cambiado de ropa al aire libre. Comí el típico queso de allí con miel y un platazo de papas fritas con huevos.
Los guantes los puse apoyados en la chimenea, casi en la brasa y, al irme, aún estaban mojados.
Cuando comía, llegó un señor sólo y me dijo que si podía sentarse a comer conmigo a lo que accedí gustosamente.
Este hombre, aunque no era de allí, venía de Barcelona y era taxista y, según él, la semana anterior estuvo hospitalizado por haberse tomado un tarro de pastillas. Tenía una depresión de caballo y lo veía todo negativo. No sabía si seguir ó dar la vuelta aunque lo que le esperaba allí no fuera mejor. Decía que en el Albergue de allí no le daban mantas, cosa que me extrañó mucho siendo aquello tan frio.
Despues me lo encontré andando por el camino y estuve un rato gritándole y dándole ánimos pero, para mí, que le hacía poco.............







Las vistas tan preciosas mitigaban algo el esfuerzo de la subida.


Por si no me había quedado a gusto con O Cebreiro, seguidamente había que subir el Alto de San Roque, coronado por una escultura enorme de un peregrino que afanosamente agarraba su sombrero y nó me extrañaba nada, habida cuenta del ventarrón que reinaba allí.









Imaginaros el viento tan horroroso que hacía arriba del Alto éste de San Roque que el peregrino se echaba manos al sombrero.
Varias veces tuve que afianzar la bici para que no se cayera al suelo por el viento.




Mapa de O Cebreiro a Triacastela.




 Despues de San Roque, había que subir el Alto del Poio que era lo más alto yá de toda la zona y, tambien gobernado por un viento horroroso y unas nubes que corrían como la polvora amenazando lluvía. LLuvía que hizo acto de presencia poco despues y me acompañaría, junto con un ventarrón de costado enorme, hasta Triacastela.
Cuando el viento daba un respiro, pedaleaba a tope con la idea de llegar cuanto antes pero, de vez en cuando, el viento lateral me hacía echar mano a los dos frenos y bajar mucho la velocidad por lo que pudiera pasar porque, me veía a veces, en el mismo filo de la carretera.






 Crucero de granito yá en Triacastela.



Monolito con la famosa Cruz ó Espada de Santiago, según se mire.

Llegué a Triacastela a la puerta del albergue Aitzenea y estuve un buen rato intentando que se me entendiera lo que hablaba por la tiritera.

La señora del albergue fué muy amable conmigo y me proporcionó un lugar cerrado para la bici, así cómo mostrarme donde podía dormir y dónde lavar y secar la ropa.

Junto a la litera, empecé a sacar la ropa de las alforjas para lavarla y tambien ropa limpia para luego de la ducha cambiarme. A una señora que estaba tumbada en un catre (a las 5 de la tarde) no le hizo mucha gracia el ruido que, inevitablemente, hacía al sacar la ropa de las alforjas y me espetó un "ssssssssss" a lo que yó respondí enseñándole el reloj y, dándole a entender que venía muerto por ducharme y que no era hora de exigir silencio. Despues me hizo un gesto como diciendo que lo sentía, que entendía mi postura.


Lo único "visitable" de Triacastela era un Iglesía a la cual, para acceder, había que pasar por una calle de panteones lo que, me hizo desistir y dejar la visita para otra ocasión, que no creo que la haga.......


Luego me trinqué un "Menú de peregrino" y me fuí de nuevo al Albergue para encamarme pronto.



lunes, 29 de septiembre de 2014

Día 10 de Camino 20/05/14

De Rabanal del Camino a Villafranca del Bierzo 60,34 kms.


Salgo del Albergue El Pilar de Rabanal algo pensativo, por no decir acojonado, debido a las informaciones sobre la famosa subida a la Cruz de Ferro.
A la vez pensaba que, despues de haber pasado los Pirineos el primer día, en frío, qué se me iba a poner delante que no fuera capaz de afrontar. (Moral que no falte nunca)
Empiezo a subir por una carretera destrozada con el pavimento lleno de parches y, enseguida cojo mi ritmo de subida por lo que hago la ascensión bastante mejor de lo que esperaba.
 Antes de llegar y a la izquierda había un Albergue al filo de la carretera en una aldeita llamada Foncebadón, en cuya puerta, había un autobus desde el cual, se bajaban un monton de "turigrinos" ó peregrinos de pacotilla que van super equipados con todo nuevo y hacen un trocito de camino para la foto. No puedo con éstos. Los "planchaos" los llamamos los que vamos al Rocio.


fonce
Albergue de Foncebadón

 



La llegada a la Cruz de Ferro es casi con niebla y bastante fresco, por no decir que hacía bastante frio. Al parar despues del esfuerzo y sudando, el frio es mayor si cabe.

Al intentar desmontar de la bici, veo que el zapato derecho no hay forma de sacarlo del pedal por lo que lo dejo sujeto y bajo descalzo de ése pie.

Coincido con un chaval de Málaga, tambien en bici que, lo primero que hace al parar es meterse un cigarro en el pellejo. Le pregunto extrañado y me dice que tiene la promesa de dejarlo al llegar a la Cruz y que es el último por lo que, lo apura de verdad y con los ojos cerrados incluso.

Subo medio descalzo con mucho trabajo por los cantos rodaos que apoyan en la Cruz y es, éste mismo chaval el que me hace las fotos de rigor y yó a él, claro.

Vuelvo a la bici y compruebo que en la cala del zapato, sólo tengo uno de los dos tornillos por lo que, el zapato dá vueltas y no zafa y, además la zuela está toda arrancada de cuajo. Un zapato con 15 días.
Me lo tomo con calma viendo que no tenía solución en ése sitio remoto y monto metiendo el pie descalzo en el zapato pensando que, como lo siguiente era cuesta abajo no habría problemas.




A finales del siglo XI el ermitaño Guacelmo fundó en el lugar una iglesia y un hospital para peregrinos con el que proteger a los caminantes del inclemente clima del entorno. En reconocimiento a tal labor el rey Alfonso VI, uno de los monarcas que más impulsó la vía milenaria, concedería al monje el señorío del lugar. La tradición también apunta que fue Guacelmo quien levantó en las proximidades la conocida y original Cruz de Ferro para guiar a los peregrinos en su periplo y facilitarles que no se perdiesen entre los terrenos nevados.







La dedicación que muestro hacia el pedal, me impide parar en algún sitio interesante como Manjarín. Otra vez será.

Manjarín

Montes de León

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El Acebo


El Acebo






 El Acebo es el primero de los pueblos de la comarca de El Bierzo en la ruta francesa.
Está situado en la falda de una montaña, y se trata de un encantador enclave con una arquitectura típica, en la que predominan las casas de piedra con tejados de pizarra y balcones de madera. Con pocos habitantes durante el invierno, es cuando se acercan los peregrinos cuando su población crece en gran medida.




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Riego de ambrós


molinasea
Molinaseca

 Me llevé una grata sorpresa al arribar a ésta bonita localidad de Molinaseca. Declarada como conjunto histórico y que ya en la Edad Media tuvo varios hospitales.Tiene un puente romano y  esta a siete kilómetros de Ponferrada.



  La llegada a Ponferrada supone para mí un verdadero alivio ya que, no voy disfrutando del camino por llevar el problema del zapato que me impide parar a menudo y con una bajada bastante técnica que requiere bastante atención.
Lo primero que hago al llegar es buscar una tienda de bicis ó algo por el estilo y me indican un viejo taller de bicis, cuyo dueño, aficionado de los antiguos y curtido en mil batallas ciclistas me hace un arreglo temporal.
El mayor problema vendría si empieza a llover con la suela despegada ó si esta se rompe del todo ya que mis pedales son de calas.
Paso junto al bonito Castillo de Ponferrada que, tambien me quedo con las ganas de visitar y me dirijo donde hay centros comerciales con la idea de, como ultimo recurso, comprar unos zapatos. Lo gracioso es que llevaba en la bici unos zapatos buenos de estreno que dejé en el Albergue de Zubiri por tener otros. Lo barato es caro y que verdad que és.
Llego a un Sprinter y entro a la aventuira a ver que pasa. Entro con la bici hasta dentro del todo y le comentó a un empleado el problema de los zapatos que había comprando en una tienda igual en Huelva hacía 15 días (de verdad) y, ni corto ni perezoso, me dice que coja otros nuevos, sin ticket ni nada ¡¡¡increible y chapó por el sprinter y sus chavales de Ponferrada¡¡¡
zapatos nuevos
Al rato salgo de allí con zapatos nuevos y una sudadera polar para paliar el frio que pasaba todos los día por las tardes cuando salía de paseo en los sitios de pernocta.
Sin tiempo para visitas, despues del tiempo perdido con los zapatos, emprendo de nuevo camino.
La salida hasta coger de nuevo el Camino es bastante complicada y, tengo que preguntar a cada rato.
Nada más verlo claro, paro a comer algo que, faltita que me hacía

Paso junto al Castilo Templario que es un Bien de Interés  Cultural, y está declarado Monumento Nacional desde 1924. Sin duda, es una de las fortalezas  defensivas más importantes de España. Ocupa un espacio similar al de ocho campos de fútbol (8.000 metros cuadrados),  aunque sus orígenes fueron mucho más modestos. Nació como una  pequeña construcción defensiva para defender el paso del río pero en el XIII fue reforzado por los Templarios, con dedicación a proteger a los peregrinos que cruzaban por estas  tierras en su camino a Santiago, con un muro inexpugnable de cal y canto.


Ahora estoy a unos 200 kms de Santiago, ná y menos........

Nada mas salir de Ponferrada y pegado a éste, paso por un pueblo llamado Camponaraya con bastante polígono industrial.

Bastante complicada y entretenida la salida de Ponferrada.





 Paro en Cacabelos en la Ermita de San Roque, la cual era conocida antiguamente como la Ermita de la Vera Cruz. Se cambió la advocación en 1599 tras la gran incidencia de las pestes. San Roque tiene la fama de proteger contra esta enfermedad. Este templo se encuentra en pleno Camino de Santiago, y alberga una auténtica colección artística dentro de sus muros y se puede visitar de forma gratuita.


  

Etapa cómoda a través de fabulosas viñas y de bonitas y tranquilas localidades repletas de servicios. En Pieros el peregrino se encuentra con dos opciones para acceder a Villafranca.

 http://caminodesantiago.lavozdegalicia.com/wp-content/uploads/2013/04/ponferradavillafranca.jpg



La llegada a Villafranca del Bierzo, que me sorprende con las primeras gotitas del camino, es preciosa y, es aquí dónde primero se aprecia la belleza de un típico pueblo berciano con sus techos de pizarra negra y además es Conjunto Histórico Artístico.

En ella confluyen los ríos Burbia y Valcarce. Es uno de los municipios leoneses en los que se habla gallego.

La leyenda relaciona la fundación de Villafranca con pastores asturianos que, en busca de fértiles valles, se encomendaron a una vaca blanca que vino a parar a estas tierras.

 En la zona se han encontrado restos de la Edad del Bronce, pero el nacimiento de Villafranca del Bierzo se asocia con el Camino de Santiago. Villafranca, antiguamente conocida como Burbia, surge para asistir a los peregrinos.

 Entre 1822 y 1833 fue capital administrativa de la comarca del Bierzo, aunque fue cediendo terreno ante Ponferrada y Astorga.


Villafranca del Bierzo

Iglesia de Santiago Apóstol.

Convento de los Padres Paúles.

Iglesia de Santiago Apóstol.






Al fondo el Castillo de Villafranca.

Vistas de los tejados típicos de pizarra






Albergue Municipal de Villafranca del Bierzo donde hice noche. Eran habitaciones de 8 literas con ventanas de madera al campo. Bastante limpio.


vistas desde el dormitorio del albergue


Por segunda vez en mi Camino llegué a un Albergue completo pero, al igual que en Rabanal, la misma alberguista me localizó sitio en otro, por cierto bastante bueno.

Nada más llegar y dejar la bici segura, desmontoi las alforjas y preparo la ropa limpia para darme mi merecida ducha y salir a conocer los alrededores.

Descubro un pueblo como en otras ocasiones que fué importantísimo en otros tiempos por lo que atesora en cuanto a monumentos. Merece la pena parar y verlo detenidamente. Es uno de los sitios por los que pasé que, otra vez, me detendrá más tiempo.

Fuí a la Oficina de Turismo en busca de una nueva Credencial porque la que llevé desde casa yá estaba llena de sellos (que guay) y estando allí cayó una buena cantidad de agua como antesala de adonde me estaba aproximando yá mismo (al día siguiente) .

Una cosa muy curiosa fué encontrar un Supermercado de Covirán allí, algo totalmente andaluz hasta hace muy poco. Claro está, allí compré mi cena. Despues de camino al Albergue y bajando una calle muy empinada mojada, pegué un resbalón y caí de mala postura. Por un momento pensé que me había cargao el camino porque apenas podía mover un brazo al caer sobre éste.
Me tomé enseguida antiinflamatorios y me puse pomada y, afortunadamente por la mañana estaba bastante mejor.
Menos mal porque al día siguiente me esperaba la ·etapa reina" del Camino, la subida a O Cebreiro y despues San Roque y el Poio.......................