miércoles, 1 de octubre de 2014



Día 12 de Camino 22/05/14

De Triacastela a Melide 85,61 Kms

Hoy me he metido entre pecho y espalda 6,10 hora de bici. La salida de Triacastela la demoré todo lo que pude porque la lluvia no me dejaba empezar. Hice un buen desayuno como premonitorio del diita que me esperaba.
Tenía por delante y, como gusta de decir a mi amigo Puntiti, un desnivel acumulado de 1500 metros hasta el destino en Melide.
Galicia es diferente a todo lo visto anteriormente en el Camino. El clima es distinto y, el terreno tambien, evidentemente.
Las nubes parecen que las tienen amarradas alli y, te llevas todo el día, entredientes, diciendo: ¡¡no va a estar verde¡¡ en clara alusión al lote de agua que te viene encima.
El terreno, el peor para las piernas. Es un auténtico "rompepiernas". Allí no hay nada llano ni dentro de las casas. Cuando coges una bajada no te hace ni ilusión porque, sabes que una vez llegues abajo, seguidamente viene otra subida y otra bajada y otra subida...............
Tenía un descontrol de ropa en lo alto con tanto sube-baja. Lo mismo me aligeraba de ropa subiendo que, me helaba de frio al bajar entre el sudor y la lluvia.
Y el olor ¿que me dices del olor? La cantidad de ganado vacuno que pastorea por esos montes y las granjas, desprenden un aromita muy peculiar y denso.
Por el arcén de la carretera y en dirección a Samos salí temprano esperando que el día fuese venébolo conmigo, cosa que no ocurrió.
En poco más de una hora estaba divisando el famoso Monasterio de San Julian de Samos, a un lado de la carretra regido, desde hace siglos por monjes benedictinos.







En las fotos se puede apreciar el "plan" que tenía el día. Llovía y paraba continuamente y yó con la idea en mente de comprarme un pantalón para el agua. Error por mi parte porque, como pude comprobar despues, es insoportable sobre todo en bici.

Recuerdo cómo pisaba el capote con el culo y mordía el gorro de éste para que no me entrara agua. Por otro lado el gorro con el casco encima tambien es insoportable por lo que, la mayor parte del tiempo lo llevaba quitado.

Poco despues llegué a Sarria y pregunté para comprar el famoso pantalón. Llegué a una tienda especializada en ropa y útiles para peregrinos y, los pantalones se habían agotado.

Pregunté y me mandaron a un chino en frente. Compré un conjunto de pantalón y chaquetón porque éste iba junto. Yó que todo el Camino iba dándole  vueltas a la cabeza cómo podía aligerar peso y, me meto más.

El pantalón me duró puesto 10 minutos máximo porque, despues de amarrarlo por abajo con dos cordelitos para que no se engancharan en los pedales, lo incómodo pegado a las piernas y que, para colmo, enganché la botella del agua que salió rodando cuesta abajo en medio de la lluvia, decidí dar por concluida la misión del pantalón deseado.

Me daba igual mojarme de la cintura para abajo pero no podía andar ni un metro más de ésa manera.

Varias veces me tuve que refugiar de la lluvia debajo de puentes ó cualquier cachito de techo que encontraba. A la salida de Sarria entro en una de las zonas más oscuras y humedas de todo el camino con bosques de robles y pinos.
 

Luego, el cielo decidió darme una tregua poco antes de divisar el Embalse y puente sobre el Miño que sirve de marco al bonito pueblo de Portomarín despues de una larga bajada de 6-7 kms. 



La llegada a Portomarín es preciosa y se hace a traves de un largo puente sobre el Miño. Por lo visto el pueblo antiguo está debajo de las aguas del pantano.
Cuando llegas alli, ves de frente una torre a la que se accede por unas larguísimas escaleras donde, todo el mundo se hace las fotos de rigor. A la derecha de las escaleras la carretera de acceso al pueblo pica para arriba unos 3 kms hasta llegar al pueblo. Antes en un bar a la dcha, me dan un puyazo bueno con una cerveza que me tomé. O hace mucho que no me tomo una cerveza en un bar ó me lo dieron.........

 En 1959 las obras del embalse de Belesar provocaron la inundación del pueblo y la pérdida del puente construido por Pedro Peregrino, a excepción de unos restos. A la nueva población se trasladaría completa piedra a piedra, la Iglesia de San Nicolas ó San Juan y la portada occidental de la de San Pedro.


Puente sobre el Miño que dá acceso a Portomarín.






Escaleras famosas de Portomarín que suben los que van andando.




Me sorprende ver a la mayoría de gente fresca, y los comparo con la gente que vi por Castilla León súper castigada que no podía casi caminar. Muchos iban sin mochila y muchísimos de ellos que parece que van de paseo. Esto es porque desde Sarria son los últimos 100 kilómetros y para la gente que va andando con estos 100 ya les dan la compostela.


Escalera y la capilla Neves, en
Portomarín






Ayuntamiento de Portomarín



http://www.avalonc.com/aregueira/galerias_de_fotos/pueblo/paisajes/verano/2004/portomarin/images/IMG_0015.jpg
Iglesia de San Nicolas ó San Juan.





Iglesia de San Juan






Foto que me hicieron unos ciclistas que llegaron juntos conmigo a la plaza de Portomarín. Aquí estoy en una esquina del Ayuntamiento junto a una estatua de Santiago. No me explico cómo conservaba aún los cubrezapatillas con el daño que me hacía las cremalleras en la parte trasera del tobillo. Ese día estaba fundido.
Busqué una tienda y me compré para hacerme un bocadillo.
Al salir de Portomarín la tónica del día, cuesta arriba cuesta abajo, dejé a mi izquierda una fabrica, creo que de abonos por el pestazo tan grande que daba y divisé a lo lejos tres ciclistas todo de negro y, al rato los tenía cerquita. Ví que eran dos mujeres y un señor maduros con bicis híbridas y alforjas, todo de negro. El llevaba alforjas incluso delante.
Los adelanto, llevandomé el guantazo sobaquero del señor de negro y los dejo por detrás pero, curiosamente, cuando llevaba un rato solo, veo que se me acercan y se me ponen a rueda.
Inexplicablemente me sobrepasaban y ellos iban a más y yó a menos. Durante un rato intenté seguirles la rueda pero no había forma ¡¡tenía un pajarón enorme en todo lo alto¡¡¡¡ . LLevaba desde el desayuno sin comer nada y, me había pasado factura el "señor del mazo" .
Paré en una aldeita a la izquierda y, despues de un rato tumbado en un banco, le metí mano al bocadillo a ver si mi motor volvía a funcionar, aunque fuera sin turbo por lo menos normal.
Comí todo lo que llevaba y andé un poco para espabilarme y tomé de nuevo camino, esta vez más suave y controlando con las "orejas gachas" por el varapalo sufrido. Tres personas mayores me pusieron los "pies en el suelo"........
Aldeita donde paré a reponerme un poco









El resto hasta Melide fué por el arcén ya que el cuerpo no daba yá para florituras y 86 kms en las condiciones que se había dado el día estaban más que bien para mi.

La llegada a Melide es en pendiente larga y tendida. LLegué hasta el mismo centro y pregunté por los albergues dirigiendome despues al Albergue Municipal.
Fué una buena elección yá que estaba en perfectas condiciones de limpieza y con poquita gente. Enseguida me duché y pregunté a una parejita , vecina de literas por un sitio para comer y me dijeron que ellos irían a la pulpería de Ezequiel cosa que me pareció buena idea ya que alguien me había soplado yá las "excelencias" de tal sitio.
Cuando salía del albergue llovía (que raro) y fuí saltando charcos ya que llevaba los zapatos de deporte y por debajo de todas las cornisas hasta que llegué a la pulpería.
En la misma entrada había un cocedero de pulpos que no paraba y una señora con tijeras cortando pulpo a toda pastilla.
Me senté en una mesa de madera corrida y, pedí como nó, una tabla de pulpo y vino del terreno, ademas de un completo de patatas huevos y carne.
Enseguida estaban el pulpo y el vino en un "pote" de porcelana blanca en la mesa que sucumbió en mis fauces en minutos.
Al rato y ante mi grata sorpresa, aparecieron por la puerta, dos viejos conocidos del camino. Los dos cuñaos que conocí en Rabanal habían llegado a Melide a la vez que yó y me dió mucha alegría pareciendo que nos conocíamos de toda la vida. a partir de ése momento buena charla con Ribeiro de pote y luego café negro ahogado en orujo a granel.
Salí, la verdad, bastante a gusto de la Pulpería de Ezequiel, hasta tal punto que creo que ni me despedí de los colegas ni les pedí el telefono para un posterior encuentro. Ahora me arrepiento.
De ahí al albergue a descansar para mañana afrontar el último día de mi Camino.







Albergue Municipal de Melide



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